En todas sus obras se plasma en gran medida conceptos modernos, y los colores, las texturas y los elementos compositivos son producto de la cultura mexicana. Es indudable la influencia de pintores como Diego Rivera o Frida Kalho, entre otros, en sus obras, pero en particular en esta casa.
La casa está ordenada sobre un eje a lo largo del terreno, que se desliza con un pequeño impacto urbano por fuera e intimista por dentro. El reducido pero potente volumen rosado se defiende de la calle y se vierte hacia el interior, descomponiéndose hacia el pequeño patio conformado tanto por el volumen delantero (servicios, dormitorios) como por el trasero (salón-comedor-piscina), ambos unidos por el importante corredor. Todo aquello configura un patio que rodea a el árbol, que debía ser respetado como condicionante, que resalta con sus ramas o flores.
La
disposición en planta descubre poco a poco los espacios a través de
filtros de luz y silencio. Un mundo increíble de sensaciones: una
entrada sencilla, un pasillo amplio, la escalera sin barandilla que
levita y asciende por el efecto de la luz cenital. Un corredor que es
invadido por la suave luz amarillenta que se filtra por una serie de
aberturas verticales con vidrios de color onix, al final del cual se
encuentra una puerta que da paso a un espacio austero al final de la
cual una puerta da paso a un espacio austero que sólo contiene un
pequeño espejo de agua, una rustica mesa de comedor, sus sillas y un
aparador, mientras un inquietante muro rojo sujeta el tragaluz y baña la
piscina. El resto es todo luz.
Los
colores en la casa tienen un rol muy importante, por cierto que, tanto
el color del muro rosa como el azul del espacio circundante fueron
tomados de un famoso cuadro de Chucho Reyes. “Chucho Reyes tenía un
excelente ojo para el color. Dedicó su vida a las cosas bellas. No
entendía de planos, pero me ayudó con el color. El color de los mercados
mexicanos… el color de los dulces mexicanos… de las golosinas… la
belleza de un gallo. Colocamos los colores para la casa Gilardi pintando
grandes cartulinas en mi casa, recargándolas una tras otra en las
paredes, moviéndolas de lugar, jugando con ellas hasta que decidimos los
colores exactos. Les diré un secreto: la piscina tiene un muro o
columna rosa que no sostiene nada. Es una pieza de color situada en el
agua, por placer, para traer luz al espacio y mejorar su proporción
general”
Por ser una casa entre medianeras se optó por una estructura tradicional de muros portantes, disponiendo los locales en una cuadricula, subdividiéndola según la proporción de cada ambiente. La casa está construida íntegramente en ladrillo, recubierto en la totalidad exterior por un acabado de estuco texturado que es típico de la mano de obra mexicana. Los interiores pintados de color, presentan una textura mucho mas lisa de modo que la luz se adueñe del lugar sin producir sombras por la rugosidad.
Ubicación: Tacubaya, Distrito Federal, México
Año Proyecto: 1976
Referencias: Wikiarquitectura
Fotografías: Wikiarquitectura, Usuarios de Flickr: pov_steve, mauricio.vieto, danielconcha, edlcm, refrainrefrain, mazdakohei
1 comentario:
Excelente post sobre esta obra maestra de la arquitectura residencial! Leyendo los escritos de Barragán me he encontrado con una muy curiosa información sobre el inquietante muro de la piscina. Adjunto enlace a una breve entrada que ehe escrito sobre el tema por si a alguien le interesa echarle una ojeada:http://bailarsobrearquitectura.wordpress.com/2013/07/16/la-verdad-de-un-muro-falso/
Saludos,
Iago López
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