El gran arquitecto Luis Barragán, a los 80 años de edad, y después de casi 10 años de inactividad, realizó su última obra,
quizás la más paradigmática de todas, emplazada en un terreno de 10×36
metros, entre muros medianeros de una calle ubicada en la ciudad de
México.
Barragán aceptó el encargo atraído por dos condicionantes del proyecto: el enorme árbol Jacarandá
que se debería mantener dentro del terreno, y la piscina solicitada por
el dueño como parte del programa. El arquitecto quiso disponer la casa
de tal manera de cerrarse a la calle, reforzándo su interioridad.En todas sus obras se plasma en gran medida conceptos modernos, y los colores, las texturas y los elementos compositivos son producto de la cultura mexicana. Es indudable la influencia de pintores como Diego Rivera o Frida Kalho, entre otros, en sus obras, pero en particular en esta casa.
La casa está ordenada sobre un eje a lo largo del terreno, que se desliza con un pequeño impacto urbano por fuera e intimista por dentro. El reducido pero potente volumen rosado se defiende de la calle y se vierte hacia el interior, descomponiéndose hacia el pequeño patio conformado tanto por el volumen delantero (servicios, dormitorios) como por el trasero (salón-comedor-piscina), ambos unidos por el importante corredor. Todo aquello configura un patio que rodea a el árbol, que debía ser respetado como condicionante, que resalta con sus ramas o flores.
La
disposición en planta descubre poco a poco los espacios a través de
filtros de luz y silencio. Un mundo increíble de sensaciones: una
entrada sencilla, un pasillo amplio, la escalera sin barandilla que
levita y asciende por el efecto de la luz cenital. Un corredor que es
invadido por la suave luz amarillenta que se filtra por una serie de
aberturas verticales con vidrios de color onix, al final del cual se
encuentra una puerta que da paso a un espacio austero al final de la
cual una puerta da paso a un espacio austero que sólo contiene un
pequeño espejo de agua, una rustica mesa de comedor, sus sillas y un
aparador, mientras un inquietante muro rojo sujeta el tragaluz y baña la
piscina. El resto es todo luz.
Esa
piscina-estar-comedor, el espacio central de la casa, se convierte en
un ámbito mágico donde el suelo se interrumpe en un silencioso paso
entre lo sólido y lo líquido, pues el estar-comedor se instala a orilla
del agua, y el muro de color rosa, que se hunde en ella, vibra con las
geometrías producidas por la cambiante luz cenital que va transformando
el espacio a lo largo del día.
Los
colores en la casa tienen un rol muy importante, por cierto que, tanto
el color del muro rosa como el azul del espacio circundante fueron
tomados de un famoso cuadro de Chucho Reyes. “Chucho Reyes tenía un
excelente ojo para el color. Dedicó su vida a las cosas bellas. No
entendía de planos, pero me ayudó con el color. El color de los mercados
mexicanos… el color de los dulces mexicanos… de las golosinas… la
belleza de un gallo. Colocamos los colores para la casa Gilardi pintando
grandes cartulinas en mi casa, recargándolas una tras otra en las
paredes, moviéndolas de lugar, jugando con ellas hasta que decidimos los
colores exactos. Les diré un secreto: la piscina tiene un muro o
columna rosa que no sostiene nada. Es una pieza de color situada en el
agua, por placer, para traer luz al espacio y mejorar su proporción
general”
Con
pocas referencias del mundo exterior, la casa exhibe en su interior
atractivos para ser disfrutados por los usuarios, afirmando el carácter
introspectivo de la vivienda. Los ambientes se asoman al recinto
interior a través de grandes superficies acristaladas.
El
árbol tiene su espacio reservado, pero no actúa como protagonista, sino
que es un complemento del conjunto que encuentra su escenario en el
vacío del solar.Por ser una casa entre medianeras se optó por una estructura tradicional de muros portantes, disponiendo los locales en una cuadricula, subdividiéndola según la proporción de cada ambiente. La casa está construida íntegramente en ladrillo, recubierto en la totalidad exterior por un acabado de estuco texturado que es típico de la mano de obra mexicana. Los interiores pintados de color, presentan una textura mucho mas lisa de modo que la luz se adueñe del lugar sin producir sombras por la rugosidad.
Arquitecto: Luis Barragán
Ubicación: Tacubaya, Distrito Federal, México
Año Proyecto: 1976
Referencias: Wikiarquitectura
Fotografías: Wikiarquitectura, Usuarios de Flickr: pov_steve, mauricio.vieto, danielconcha, edlcm, refrainrefrain, mazdakohei
1 comentario:
Excelente post sobre esta obra maestra de la arquitectura residencial! Leyendo los escritos de Barragán me he encontrado con una muy curiosa información sobre el inquietante muro de la piscina. Adjunto enlace a una breve entrada que ehe escrito sobre el tema por si a alguien le interesa echarle una ojeada:http://bailarsobrearquitectura.wordpress.com/2013/07/16/la-verdad-de-un-muro-falso/
Saludos,
Iago López
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