Ubicación: Braga, Portugal
Equipo: António Jorge Fontes, Asbjörn Andresen, André Fontes
Año Proyecto: 2010
Fotografías: Nelson Garrido
La estrategia de intervención resultó en la inserción de una capilla en el Seminario de St. James. Se trata de un volumen que se encuentra en la antesala del Seminario por su centralidad.
El diseño de este “cuerpo” quería que esto fuera una estructura única, equilibrada y visible, haciendo que esta pieza tuviera una presencia excepcional en el edificio.
Después de describir la visión del espacio sagrado que rodea a este cuerpo, buscamos una propuesta para absorber el carácter religioso, creando espacios y ambientes que promuevan el espíritu de la interioridad, la reflexión y el retiro manteniendo así el mismo idioma.
El diseño del nuevo volumen se articula a la pre-existencia, creando algunas aperturas y nuevas formas de percepción de los alrededores. Este cuerpo semi-compacto se distingue del edificio debido a la forma pero es completamente simbólico.
El
espacio que rodea el nuevo volumen se asume como un momento de
transición. El objetivo de la propuesta es crear curiosidad en aquellos
que deambulan allí, invitándolos a caminar en su dirección.
Caminando
a lo largo del Seminario se enfrentan a un riguroso “silencio” impuesto
por la posición rítmica de las puertas de acceso a las habitaciones.
Era la intención de la propuesta, romper la rigidez de diseñar una
puerta de acceso a la capilla en una de sus esquinas, coincidiendo con
el centro de la antecámara. Por lo tanto, un sutil gesto dibujó un
elemento con características únicas. Este diseño no es de ninguna manera
debido a la casualidad o resultado de las limitaciones puramente formal
y puramente estético, sino más bien una consecuencia del hecho de darle
una nueva dimensión al concepto de espacio, provocando una especial
atención y simbolismo.
La distribución interior de la capilla fue diseñada teniendo en cuenta dos niveles de reconocimiento y dos tipos de visión. Estos momentos distintos pero estrechamente relacionados, se refieren a la celebración de la palabra espacio y el área de la celebración de la eucaristía. Estos dos momentos están dados por la asimetría entre el ambón y el altar.
En el interior también se reserva un espacio para la celebración de la palabra, que aparece como un elemento de sorpresa, dándole un momento de misterio cuando el usuario de acerca. Este espacio para la oración individual puede ser visible desde el espacio común de la oración de la comunidad y viceversa, por la imposición de hojas en las paredes que lo rodean. Esta relación constante entre el interior y exterior transmite la sensación de permeabilidad y “se expande” visualmente el espacio al tiempo con un poco de privacidad visible en el exterior.
La estructura de la capilla está diseñada con la mano, desarrollando contornos casi escultóricos revestidos de láminas de madera que crean espacios de apertura, permitiendo que la luz pueda entrar o salir, dándole mayor dignidad a los elementos estructurales a consecuencia del trabajo manual. Los bancos surgen de las paredes excavadas, como si se tratara de una cueva.
La culminación de esta composición se desarrolla horizontalmente, con momentos de ruptura, el cual se toma libremente a través de un solo gesto, un cuerpo. Es como un abrazo, un brazo abrazando algo que es precioso – la Capilla.
En resumen, la propuesta sorprende por la simplicidad de su complejidad. Pacífica enmarcada en la pre-existencia, es parte de la historia de la arquitectura religiosa, que permite la innovación en la continuidad, mostrando que los nuevos estilos arquitectónicos son capaces de pertenecer a la tradición arquitectónica cristiana.
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