Esta vivienda se ubica en un
barrio residencial promovido a mediados de los años 40 del siglo pasado
por la Obra Sindical del Hogar (OSH), con una trama urbana ortogonal y
con una superficie total de 223.700m2. En su mayoría, las viviendas
constaban de dos plantas, respondiendo a una modesta Arquitectura
vernácula caracterizada por fachadas encaladas en blanco, zócalos de
piedra, huecos pequeños y cubiertas inclinadas de teja. En su zona
posterior poseían jardines privados, utilizados como huertas para el
autoabastecimiento de sus habitantes, emigrados del campo a la ciudad.
Durante estos 70 años y debido a la falta de una normativa clara que
abogara por el respeto total a la preexistencia o por la libertad de
diseño, ha sufrido diversas intervenciones hoy en día irreversibles.
Actualmente la configuración urbana se mantiene, pero las tipologías
originales han desaparecido en gran medida. Debido al crecimiento de la
ciudad, actualmente el barrio se encuentra rodeado por la trama urbana
de ésta. Estamos ante una Arquitectura con carácter popular en pleno
entorno urbano.
El proyecto pretende unificar criterios de la Arquitectura popular
con otros actuales, en busca de una respuesta contemporánea a la vez que
respetuosa con la tradición y el entorno. Formalmente, la casa se
concibe como un volumen desplazado en vertical y horizontal a partir de
un núcleo central, manipulado escultóricamente y que relaciona la
vivienda desde el sótano hasta la cubierta. Este núcleo, en madera de
kurupay, es a la vez mueble, escalera, espacio de instalaciones y
chimenea. Se manifiesta al exterior como una chimenea unitaria y en
cierto modo escultórica.
Espacialmente, el desplazamiento configura dos pequeños patios a los
que se abre la casa, uno a cota de calle y otro a nivel de sótano, uno
en la parte delantera y otro en la posterior. Estos patios sugieren
visuales en diagonal que dan lugar a un entendimiento continuo y
dinámico del edificio en relación con su exterior. El pequeño patio de
acceso sirve de acogida, y desde él se percibe una sucesión de espacios
exteriores e interiores en continuidad, siempre en diagonal.
El jardín a nivel de sótano, de carácter japonés, proporciona luz a
la planta baja, que de esta manera se convierte en un espacio muy
atractivo plagado de luz.
El exterior de la vivienda remite en varios de sus elementos a la
Arquitectura popular. La parte cercana a la calle de acceso respeta
exactamente el volumen original de los años 40, abstrayéndolo: monocapa
blanco, zócalo de piedra blanca, posición de los huecos originales y
cubierta de teja. Todos los elementos se abstraen al máximo. Las
fachadas posteriores se revisten en piedra blanca. El despiece varía con
la altura, siendo más ancho en la parte inferior y disminuyendo en la
superior, lo que dota a la fachada de una interesante vibración
compositiva a la vez que recuerda la construcción de los antiguos muros
de piedra tradicionales.
Las fachadas que sirven de plano de desplazamiento entre ambas piezas
son de aluminio en color oscuro, en contraste con el blanco general de
la casa. Ciertos huecos aluden también a las perforaciones de los muros
tradicionales, colocados según las necesidades programáticas interiores.
La casa es más cerrada y contenida hacia la calle de acceso, al norte,
mientras que se abre con más libertad a la parte posterior, el jardín
privado al sur.
El dormitorio principal vuela ligeramente para asomarse a la
naturaleza, protegiendo debajo un espacio al aire libre apto para el
descanso y la contemplación, que de noche se ilumina a través de un
techo de chapa perforada. Los dos colores interiores se manifiestan en
el interior, y viceversa: una cáscara blanca acoge un núcleo oscuro que
recorre la casa en vertical.
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