Si los móviles inteligentes se llaman inteligentes es por
algo. Y es que a veces esa inteligencia es una espectacular combinación
de hardware, aplicaciones e ideas locas que producen la sensación de
estar viviendo un poquito más cerca del futuro. Así que ahí van algunos
ejemplos interesantes que pueden dar una idea de las posibilidades de
esos pequeños gadgets que tanta y tanta gente lleva en sus bolsillos.
1. Dibujar el plano de una casa. Con un software llamado MagicPlan
y un iPhone se puede trazar con bastante precisión el plano de una
casa. La técnica emplea la cámara del teléfono para crear el esquema
básico a partir de fotos similares a las panorámicas, incluyendo las
medidas de las habitaciones y los ángulos de las esquinas. Basta darse
una vuelta por la vivienda para tener un esquema que se puede ir
corrigiendo y depurando hasta conseguir unas medidas precisas. ¿El mayor
problema? Ubicarse con cierta habilidad y evitar los muebles y
recovecos raros donde la visión de las esquinas no sea tan buena como
convendría para calcular el tamaño de la habitación. El plano ya
terminado se puede luego exportar a PDF o JPEG; la aplicación incluso
ofrece otras posibilidades y formatos para profesionales de la
arquitectura, la compra venta de viviendas y la decoración. Lo mejor:
que probarlo y hacerte el plano de tu casa es gratis.
2. Llevar la tarjeta de embarque del avión en el móvil.
Son ya varias decenas las compañías aéreas de todo el mundo que
permiten llevar la tarjeta de embarque en el teléfono móvil. Tras hacer
la reserva del billete y elegir los asientos cómodamente desde casa, el
pasajero recibe una imagen con una especie de «código de barras en 2D»
en un mensaje. Este código contiene toda la información, y es el que
basta enseñar en el mostrador de facturación o a la puerta del avión.
Toda esta operación no solo resulta más cómoda: como además algunas
compañías cobran unos euros extras a quienes no llevan sus propias tarjetas de embarque impresas desde casa, también permite ahorrar dinero.
3. Resolver Sudokus. Para llevar a cabo esta proeza-rareza un empleado de Google programó un teléfono Nexus S con el software Google Googles.
Creó un sistema que reconoce las rejillas y los números de los sudokus
de las revistas y periódicos, de modo que con solo apuntar con la cámara
fotográfica el teléfono lee el problema en unos pocos segundos. A
partir de esos datos entonces calcula la solución del pasatiempo –lo
cual es pan comido para un ordenador– y muestra el soduku ya resuelto
casi al instante. En el vídeo de demostración el ingenioso programador
aparece compitiendo contra los grandes campeones, para demostrar aquello
de que «más vale maña que fuerza» (mental, en este caso).
4. Traducir textos como por arte de magia. Un software llamado Word Lens,
de la empresa Quest Visual, es capaz de hacer traducciones instantáneas
de inglés a español y viceversa, sobre imágenes del mundo real. La
técnica es similar a la del invento del ingeniero de Google para los
sudokus: a partir de un sistema de reconocimiento de textos (OCR) se
identifican las letras en las imágenes de la cámara fotográfica y se
«extraen», pasándolas rápidamente por el traductor. La magia
consiste en hacerlo suficientemente rápido y en adaptar la respuesta con
una tipografía similar en el mismo espacio y perspectiva que ocupaba el
texto original (eliminándolo convenientemente antes, borrando las
letras originales). Como esto funciona incluso en imágenes con un poco
de movimiento es imposible no asombrarse la primera vez que se ve. El
software se puede descargar en versión demo de forma gratuita,
para hacerse una idea de cómo funciona; luego los diccionarios cuestan 8
euros cada uno. (Por desgracia las traducciones que hace no son gran
cosa todavía, pero probablemente las mejorarán).
5. Calcular cuánto viajas en el tiempo a medida que te mueves.
La teoría de la relatividad de Einstein predice que los objetos que se
mueven más rápido sufren una especie de «dilatación del tiempo», de modo
que los observadores que están en movimiento en cierto modo «envejecen
más despacio» que quienes no se mueven – entre otras cosas. En realidad
todo movimiento es relativo y esto es algo más complicado de lo aquí
explicado, pero para no meternos en paradojas puede servir. A velocidades bajas –incluso las de los aviones y naves espaciales serían bajas
en este contexto– no es que el efecto se note mucho, y de hecho los
pilotos y astronautas no envejecen notablemente más que quienes nos
quedamos en tierra: habría que moverse casi a la velocidad de la luz
para que realmente se apreciara un cambio importante. Pero con una app para iOS llamada Einstein’s Pedometer se puede calcular con total precisión
cuánto viajamos en ese tiempo «ralentizado» al andar, correr o viajar
en coche o avión. La diferencia es del orden de fracciones de
picosegundo (10-12), que aunque se acumulan a lo largo de una
vida no son realmente nada importante. Lo interesante más allá de su
evidente inutilidad práctica es meditar sobre que el efecto está ahí, y, lo más increíble… ¡que con un teléfono móvil puede medirse!
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