A finales de los años cincuenta del siglo pasado, la administración norteamericana realizo experimentos con sujetos voluntarios sobre los efectos del LSD 25. En este caso el voluntario era un dibujante. Se le administro 50 microgramos(en principio), y se le dio papel, materiales para dibujar y se le pidió que hiciese varios retratos a uno de los médicos que hacían el experimento.
Particularmente me sorprende que el voluntario no entre en pánico y tenga la sangre fría de seguir dibujando sin volverse loco y pedir que lo seden o algo…
El sujeto esta calmado y dibuja al carboncillo, aun no hay efecto.
El paciente esta eufórico. “Puedo verlo muy claro, tan claro. Esto…es todo. Tengo algunos problemas para controlar el lápiz”.
El paciente esta muy concentrado dibujando. “El contorno parece normal, pero muy vivido, todo cambia de color”.
El paciente se agarra al papel de dibujo. “Estoy intentando otro dibujo. El contorno del modelo parece normal, pero mi dibujo no. El contorno de mi mano se vuelve extraño. No dibujo muy bien. Haré otro”.
El paciente hace rápidamente otro dibujo. “Haré un dibujo rápidamente…sin parar…una linea, sin interrupción!” Después de completar el dibujo el paciente empieza a reír, entonces se sobresalta por algo que ve en la puerta.
El paciente intenta subirse por las paredes, parece bastante agitado, responde lentamente a la peticion de que haga otro dibujo. Se mantiene en silencio.
“Yo soy, todo esta…cambiando…me llaman…su cara…quien es”
El paciente tararea una melodía, cambia a tempera para el dibujo.
El paciente se estira en la litera unas dos horas, moviendo sus manos en el aire. Vuelve a la actividad de repente y deliberadamente. Cambia la tempera por lápiz y acuarela.
“Este será el mejor dibujo, como el primero, solo lo mejor. Si no soy cuidadoso, perderé el control del movimiento, pero yo no querré porque yo sé, yo sé”, (lo repite varias veces).
El paciente dibuja los últimos trazos caminando arriba y abajo de la habitación.
El paciente continua moviéndose por la habitación, interactuando con el espacio en complejas variaciones. Una hora y media después se sienta otra vez a dibujar.
“Puedo sentir mis rodillas otra vez. Pienso que esto esta empezando a acabar. Este es un bonito dibujo, es muy difícil agarrar el lápiz. (coge un lápiz de colores)“.
El paciente se sienta en la litera. Informa que los efectos estan pasando, excepto por ocasionales distorsiones de nuestras caras. Pide hacer un ultimo dibujo, lo que hace con entusiasmo.
“No tengo nada que decir sobre este ultimo dibujo. Es malo y sin interés. Quiero irme a casa”.
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