La Alemania Nazi y la Rusia Soviética fueron sin duda alguna dos regímenes que comprendieron y explotaron al máximo el concepto de propaganda política. No obstante, y en un evento único en la historia, sería en la Exposición Mundial de Paris de 1937, el la cual el pabellón Alemán se encontraba directamente enfrentado al pabellón Ruso, en que estas metodologías de adoctrinamiento fueran utilizadas simplemente como competencia estética.
Postal histórica, ambos pabellones enfrentados y de fondo (en la otra orilla del Sena, la Torre Eiffel)
El pabellón ruso
El pabellón ruso intentaba dar, a simple vista, la idea de que la fuerza de la Unión Soviética estaba en sus trabajadores y campesinos, el proletariado en si mismo. Esto puede notarse al observar que el centro de la estructura, capaz de captar toda la atención a primera vista, es la magnífica escultura por Vera Mukhina hallada en el tope del edifico, en la cual el trabajador y la kolhoz -campesina comunal-, representando al proletariado, sostienen la hoz y el martillo para formar el emblema soviético (hoy reubicada en Moscú).
En el interior del mismo se mostraba una exposición de la subida al poder de los bolcheviques en Rusia (revisada específicamente por Stalin con el fin de que no se le diese crédito a Trotsky ni su hermana Olga) y el futuro de la Revolución Comunista en el mundo. Como por ejemplo, el modelo a escala del Palacio de los Soviéticos que puede observarse en las imágenes.
El pabellón alemán
Su empírica mega-estructura uniforme y perfectamente simétrica intentaba transmitir un mensaje de solidez y fortaleza, dar una sensación de inamovilidad con solo verla. Su interior, rico y finamente decorado, a manera de museo y grandes salones, intentaba dar idea de la riqueza alemana. En el mismo se exponían piezas que explicaban la visión a futuro de Hitler y multitud de esculturas. Siendo la pieza central una enorme maqueta compuesta por miles de piezas meticulosamente talladas de la Berlin que construiría Albert Speer a futuro. En el interior, así también, podían encontrarse ejemplos de la industriosa Alemania Nazi, como era la exposición del prototipo de carreras de Mercedes Benz visto en esta imagen.
La enorme águila de 9 metros ubicada en el tope sería diseñada por el mismísimo Kurt Schmid-Ehmen, y construída de bronce macizo. La misma ganaría el Gran Premio de la República Francesa, y su imponente estética sería copiada hasta el hartazgo durante todo el siglo XX.
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