Su
aspecto monolítico, y sin ventanas visibles, nos invita a pensar que el
uso de este edificio no tiene nada que ver con el residencial, sin
embargo se trata de la Casa K, construida en una zona rural del centro de Israel. Su volumetría parte de un cubo de 9 de altura, formado por elementos prefabricados de hormigón armado, dejando muy opacas tanto la fachada principal como las laterales, y ocultando los huecos tras celosías de madera de tramado ortogonal.
Pero
dentro también tienen presencia los módulos de hormigón, marcando la
altura de determinados muebles y elementos que decoran la casa. Hay una sótano destinada a zonas de entretenimiento, gimnasio, sala, cocina, y dormitorio, que ventila a una especie de patio inglés
lateral. La planta baja tiene un amplio salón-comedor, que conecta
visualmente con la mitad de la cocina, mientras que en la planta alta se
distribuyen cuatro dormitorios, tres de ellos comparten cuarto de baño,
pero el principal dispone de vestidor, y baño propio.
Casi
todos los suelos son de madera, las paredes blancas con puertas de
armarios camufladas en el mismo color, y podemos ver idéntico lenguaje
tanto para los muebles de la cocina como los de los dormitorios,
destacando una librería cuyos estantes forman un laberinto. Los baños
tienen un acabado gris, combinando revestimientos cerámicos, y encimera
de hormigón. La parte trasera de la vivienda se abre al jardín con
grandes huecos que ya no quedan ocultos por la celosía.
En
general, éste es un proyecto muy interesante, tanto por dentro como por
fuera, y que además ha sido muy bien decorado y amueblado.
Esta casa es un de los arquitectos Auerbach Halevy.
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