A poco más de un mes y medio de su muerte, sus amigos más cercanos, colegas y alumnos, recordaron su vida y obra, en un homenaje realizado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
FOTOGRAFÍA Cuartoscuro
Como un personaje que disfrutaba de caminar, conversar y del buen comer, pero sobre todo, como un creador cuya obra no fue tan vasta como su reflexión, fue recordado el arquitecto mexicano Carlos Mijares Bracho (1930-2015), en un homenaje, realizado anoche en la Sala Manuel. M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
A poco más de un mes y medio de su muerte, sus amigos más cercanos, colegas y alumnos, entre ellos Felipe Leal, Juan Giral, Aurelio Nuño e Isaac Broid, rememoraron la vida y obra del arquitecto mexicano, quien dejó como su mayor legado su reflexión, pensamiento y humanismo.
El también arquitecto Felipe Leal destacó la capacidad de pensar de Mijares Bracho, misma que plasmó en varios textos, entre ellos "Tránsitos y demoras".
Dicha obra, mencionó, invita a "transitar en la reflexión, en la observación del espacio, de la naturaleza, en no basarse únicamente en la realidad y reproducirla, sino observar y reflexionar para hacer propuestas muy humanas".
Reiteró que el mayor legado de Mijares Bracho fue su pensamiento y humanismo, "que estaba presente en todo y esa capacidad de amar, de maravillarse con los fenómenos de la creación humana y el paisaje".
En cuanto al rubro académico, Mijares Bracho, según Leal, tuvo un enorme reconocimiento más que en lo profesional.
"La mayor parte de las universidades del país, lo invitaron a dar cursos, para incitar a los alumnos a pensar, a profundizar en el quehacer arquitectónico. En Latinoamérica no hubo lugar donde Carlos Mijares no diera cursos".
"Era un profesor codiciado para compartir con los alumnos y en el ámbito profesional, su obra no fue tan vasta como su reflexión. Era un místico del espacio", refirió.
Leal recordó a su amigo como una persona a quien le tuvo un gran cariño y respeto, sobre todo porque compartieron un programa radiofónico durante 18 años, el cual buscaba difundir la cultura arquitectónica.
"Él deseaba extender el campo de la cultura arquitectónica para que en muchos sectores, así como se aprecia en la música o la literatura, se pudiese conocer más de arquitectura".
"Contribuyó mucho haciendo programas de televisión, de radio, cultures mediante el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes; a través de ciclos de conferencias, de experiencias. Fue un gran promotor de la cultura, alguien que reflexionó a fondo", dijo.
Por su parte, el también arquitecto Isaac Broid recordó a su maestro como un personaje con una voz independiente de corrientes, modas, tendencias e instituciones.
"Siempre fue crítico en relación a eso y siempre tuvo una voz independiente y eso se refleja en su obra, la cual es personal e única", dijo el discípulo del autor de obras como la Christ Church, la fábrica de Vehículos Automotores Mexicanos y la capilla del Panteón de Jungapeo, entre otros, quien reiteró que el gran legado fue su voz.
"Tuve la fortuna de que fuera mi maestro y fue muy importante en la escuela, pero para mí lo más importante fue poder platicar con él en las cantinas y escucharlo aunque no fuera la arquitectura, esa voz independiente que tenía en su obras, lo era en relación a la política, clases sociales, religiones y eso fue una enseñanza", indicó.
Fue, agregó, un personaje con un humor ácido, caustico, severo pero siempre refinado, elegante, mordaz y al final maravilloso.
Para María Mijares Fernández, hija del arquitecto, su padre fue un hombre con un espíritu grandioso, "un maestro nato".
"No sólo era un maestro cuando estaba en el aula, sino también fuera de ella, enseñaba a disfrutar de la vida, sobre arte, arquitectura, disfrutar la naturaleza, era un maestro en todo el sentido de la palabra con un corazón infinito", dijo.
Asimismo, mencionó que desconocer si habrá alguna reedición de la obra de su padre, "hasta ahora no lo sé, la muerte está muy fresca, es reciente y no se ha visto ello", comentó la tercera hija del creador, quien rememoró que su primogénito le hablaba de arquitectura constantemente.
"Mi padre tenía una gran pasión por la arquitectura, desde pequeño, toda la vida nos llevaba a conventos, iglesias, lugares arquitectónicos, siempre que viajábamos, nos llevaba a ver arquitectura y nos transmitió ese amor por ella y por el arte en general", concluyó.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario