Como Derek Zoolander muy sabiamente dijo, la humedad es la esencia de la vida. Tanto si bebes agua como si no, esta supone el 60% del peso de tu cuerpo y juega un papel fundamental en que tu salud. Pero, estadísticas aparte, hay unos cuantos mitos sobre la hidratación que simplemente se niegan a desaparecer. Son estos.
Mito 1: Necesitas beber 8 vasos de agua al día
Esta regla tan conocida como totalmente arbitraria se nos ha inculcado desde ya ni sabemos cuando. De hecho, el médico y profesor del Dartmouth College Heinz Valtin escribió un detallado estudio publicado por la American Physiological Society en el que explicaba con detalle la ausencia de evidencia científica de semejante afirmación.
La verdad es que la cantidad de agua que necesites beber puede ser mayor o menor a 8 vasos al día, o a 2 litros diarios, otra medida que se suele citar también como “obligada”. No hay un número mágico y de hecho la cantidad varía dependiendo de tu peso, estatura, temperatura ambiente, actividad diaria y, sobre todo, la comida que ingieres.
Así que, ¿cómo puedes saber cuánta agua debes tomar al día? Antes de toda esta ciencia, la gente confiaba en un mecanismo muy fiable y probado en el tiempo para asegurarse de que bebía suficiente. Se llama sed, tal vez hayas oído hablar de ello. Bebe lo suficiente para saciar tu sed, y eso será justo suficiente.
Mito 2: Si tienes sed, ya estás deshidratado
Estrictamente hablando, es cierto. La sed generalmente se produce por una reducción en el nivel de agua del cuerpo. Pero no es tan drástico como generalmente se nos hace creer.
Los niveles normales de sed comienzan cuando se produce entre un 2% y un 4% de reducciónde agua en el cuerpo. A no ser que sufras problemas renales, esto es tolerable y sirve básicamente para avisarte de que necesitas un vaso de H2O.
La deshidratación se convierte en un problema cuando superas una reducción de entre el 5% y el 8% de agua en el cuerpo. En este punto experimentarías mareos y fatiga, bastante más que simplemente tener la boca seca.
Estos principios sobre la sed también se aplican cuando estás haciendo ejercicio. Aunque, si te has olvidado de beber o no sabes muy bien cuánto deberías tomar, puedes echar un vistazo a las guías del American Council respecto a practicar ejercicio: lo ideal es tomar un vaso de agua por cada 10-20 minutos de actividad física. Eso debería bastar.
Mito 3: Las bebidas isotónicas son la mejor opción después de hacer ejercicio
Depende. Las bebidas isotónicas están cargadas de electrolitos (iones de sal) que ayudan a tu cuerpo a reponer los que has perdido a través del sudor. Estos electrolitos son importantes: son vitales para el sistema nervioso y ayudan a mantener los niveles de pH en la sangre, entre otras cosas. Pero ¿Gatorade, Powerade y similares? No son realmente necesarias. El marketing te ha podido convencer de que sí, pero realmente solo las vas a necesitar si has estado haciendo ejercicio durante mucho, mucho tiempo, horas corriendo o haciendo hiking bajo el sol.
No importa cuán duro has estado estirando las piernas, probablemente te irá mejor si sigues bebiendo agua después de hacer ejercicio.
Mito 4: El agua expulsa las toxinas de tu cuerpo
No realmente. Hay una creencia generalizada de que beber gran cantidad de agua ayuda mágicamente a limpiar el interior de tu cuerpo de los pecados del fin de semana.
Beber la cantidad adecuada de agua asegura que el metabolismo de tu cuerpo funciona correctamente, parte de lo cual es el proceso natural del hígado y los riñones para eliminar toxinas. Pero ese proceso funciona siempre y cuando el cuerpo reciba suficiente agua. Cualquier ingesta adicional no va a ayudar. De hecho, beber demasiada agua puede impedir a tu cuerpo realizar ese proceso natural de eliminar toxinas. Demasiada agua reducirá la concentración de sal en tu sangre, lo que puede dañar tus riñones e hígado, y prevenir un funcionamiento normal del organismo.
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