FOTOGRAFÍA Tomada de Flickr/Javier1949
Los edificios viejos son íconos que socialmente tienen importancia y en muy raras ocasiones se llega a pensar en demolerlos. Sin embargo, sucede algo distinto con los nuevos: aquello que en un inicio luce estupendo, unos años después puede avejentarse y afearse, o simplemente pasar de moda, y entonces a nadie le interesa preservarlos.
La permanencia es una cualidad básica de la arquitectura y se logra no sólo por su calidad, sino también por su aspecto físico y su diálogo con el entorno. En general, la vigencia de un inmueble depende de varios factores, los más importantes: su diseño (características estéticas y funcionales), sus materiales y su emplazamiento (contexto histórico, social, cultural, ecológico, económico y urbano).
Pongo el ejemplo del lamentable caso del Pabellón de Brujas, Bélgica. En un inicio, el hermoso diseño del arquitecto Toyo Ito pretendía otorgar a la pequeña ciudad medieval un toque moderno que le diera un lugar dentro de la Europa Contemporánea.
A pesar de que el resultado fue bien recibido, la falta de cuidados lo tiene hoy en un estado de abandono que, contrario a embellecer la plaza pública, genera desconcierto.
Inicialmente, el pabellón era atravesado por una plataforma de concreto que simulaba flotar sobre el estanque y la ligera estructura se reflejaba en el agua, y difuminaba su silueta.
Pero, como se puede observar en las imágenes, el agua se ha dejado secar, convirtiéndose en un pedazo de terreno fangoso cuya plataforma se inunda fácilmente y dificulta el paso peatonal.
Antes. Foto: Tomada de Flickr/Dsefik.
Después. Tomado de Flickr/Arnout Fonck.
Los cuidados constantes son determinantes en el estado de un inmueble, pero más importantes son las cuestiones de diseño involucradas que conciernen al criterio del diseñador. Un buen planteamiento debe anticipar conflictos como los siguientes:
- Deterioro por abandono: es óptimo usar materiales, que por su naturaleza misma, requieren muy poco o nulo mantenimiento, pues son durables y no necesitan pintura o tratamientos.
- Cambios de uso: para ser siempre funcionales, los edificios deberían poder adaptarse a distintos programas.
El proyecto responde a un planteamiento flexible; una planta libre que puede adaptarse a distintas funciones, cuyo diseño, tanto interior como exterior, es contemporáneo pero sencillo en cuanto a sus formas y materiales, factores que seguramente lo mantendrán vigente por muchos años:
Interior. Foto: Tomado de Flickr/Mr.-Jugatsu.
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