Demasiado contagioso como para permitirse quebrar


¿Qué puede enseñarnos la epidemiología sobre la crisis financiera de 2008? Muchas cosas, según Robert M. May, ecólogo de la Universidad de Oxford, y Andrew G. Haldane, director ejecutivo de estabilidad financiera del Banco de Inglaterra. En un artículo reciente, han comparado los grandes bancos, como Lehman Brothers, con lo que los epidemiólogos llaman «superdiseminadores», personas u organismos infectados que ponen en peligro a poblaciones enteras.
Para evitar otro cataclismo bancario, los reguladores financieros podrían tener que dirigir su atención hacia la salud de las redes y no solo hacia la de cada uno de los bancos, señala May. Al preocuparse por el conjunto de conexiones que emana de las actividades financieras, los banqueros estarían siguiendo una senda que, entre otros, ya abrieron los informáticos para lograr sistemas modulares (en los que, gracias a la ayuda de cortafuegos, se evita que la infección en un elemento se propague por todo el sistema). Según Philip H. Dybvig, economista de la Universidad de Washington en San Luis, lo que proponen es, en realidad, una versión de la ley Glass-Steagall, una ley que separó los bancos de inversiones de los comerciales en EE.UU. y que fue revocada en 1999. ¿Toman nota los banqueros? May cita la llamada regla Volcker –propuesta hace poco a fin de blindar los fondos de alto riesgo y de capital privado con respecto a otras actividades bancarias– como una señal de que los banqueros pueden estar empezando a pensar como epidemiólogos.

Artículo publicado en Investigación y Ciencia nº 417, su autora es Carla Power.

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