Construir con materiales nativos siempre es un gran beneficio: su localidad abarata costos, traslados y en algunos casos el mantenimiento. Esta eficiencia fue la que buscó el estudio tailandés de arquitectura Architectkidd aprovechando una planta de bananas de la zona, de composición más densa y resistente, para desarrollar una solución de fachada de tres pisos.
Sin demasiados conocimientos técnicos, pero con la motivación como motor para la investigación decidieron probar sistemas a escala real creando un tejido hecho artesanalmente con estas fibras. El objetivo final era dotar de una fachada vernacular y confortable a un edificio en pleno barrio residencial de tres pisos de altura.
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